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domingo, 19 de diciembre de 2010

Página 12 › EL TEXTO COMPLETO DE CARTA ABIERTA 8 Indoamericano, legados y desafíos

Desbordantes y conmovedoras, las jornadas de finales de octubre fueron de profunda congoja y de reafirmación militante, de reflexión y de energía galvanizada alrededor de un proyecto de transformación y emancipación de la patria. Días que quedarán registrados en la memoria popular como uno de esos momentos únicos en los que algo se sella. En la despedida y en el homenaje, en el fervor y el compromiso de miles y miles, se grabaron la palabra y el gesto inaugurador de nuevos horizontes de justicia y dignidad de Néstor Kirchner. Es a partir de la comprensión de lo abierto en mayo del 2003 que, teniendo como fondo la manifestación con la que una parte sustancial del pueblo argentino convirtió el dolor por la muerte de un protagonista central de la historia reciente en apoyo a su compañera y a la continuidad del proyecto nacional que ella lidera, que no podemos dejar de decir nuestra palabra, ante los tiempos graves y cargados de posibilidades que se manifiestan en estos días, en los que la convicción de avanzar hacia un país más justo es amenazada por las fuerzas de la destitución y de la regresión conservadora.

Por un lado, la polifónica voz de las multitudes entrando en la escena a anunciar su decisión de tomar en sus manos la vida política argentina, y por el otro los disparos. En la ruta 86 de Formosa, junto a las vías del Roca en Barracas, en las ocupaciones de predios del sur porteño, disparos, y en las calles y plazas y centros de reunión, la afirmación vital y desenfadada de un país a la medida de los sueños de quienes lo habitan y la voluntad de sostener y llevar adelante un rumbo. Contrapunto áspero y extraño, pero no imprevisible, cuyo sonido puntúa la singularidad del tramo histórico y las exigencias que esa singularidad plantea. Doloroso y esperanzado, abierto a lo inesperado y sometido a desafíos arduos de sobrellevar, el complejo y sorprendente momento histórico que estamos viviendo es efecto, ante todo, de una larga trama de necesidades populares y luchas por resolver esas necesidades, y ni la etapa iniciada en 2003 ni su persistente profundización desde entonces pueden entenderse sin asociarlas estrechamente a la lucidez con que fueron reconocidas necesidades y luchas y a la audacia con que se les buscaron soluciones.

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No son tampoco ajenos a los modos en que fueron reconocidas las necesidades y se implementaron soluciones la marea de pasión política y toma de conciencia que anima a multitudes en el país. Incluida, entre aquello que cientos de miles de argentinos se comprometieron públicamente a defender, la hasta entonces inédita decisión de hacer del rechazo a la represión a protestas o reclamos políticos o sociales un principio básico e irrenunciable. Apuntando a horadar ese principio, el despliegue de brutalidad que se llevó las vidas de Mariano Ferreyra, Roberto López, Rosemary Chura Puña, Bernardo Salgueiro y Juan Castañeta Quispe da cuenta de la falta de reparos con que se lanzan a recuperar sus privilegios el viejo orden neoliberal y quienes fueron sus beneficiarios. No extinguido del todo sino todavía operante en las estructuras de la sociedad, e incluso incrustado en el Estado mismo, el orden neoliberal. La movilización popular insinúa que es necesaria otra matriz estatal, y cuestiona un orden que sigue suponiéndose inmutable, en la línea marcada por Néstor Kirchner al ordenar, en un acto de tajante cuestionamiento a ese orden, que se descolgara el retrato del dictador Videla. Si la tentativa destituyente de las patronales agromediáticas no logró concretar su objetivo a través del triunfo de 2009, y si la decisión de doblar la apuesta que eligieron como respuesta Néstor Kirchner y Cristina Fernández produjo una eclosión de la política y la participación popular que resultaban inimaginables hasta poco antes, la actual carencia de perspectiva electoral lleva a que la fuerza destituyente pase por la violencia, además de la inflación y del ininterrumpido trabajo de erosión del gran empresariado mediático.

Nunca dejó de estar el recurso de la violencia en el mapa de lo posible, pero esta nueva irrupción lleva a interrogarnos por las condiciones que le sirven de base, más allá de la evidente constatación de que existen vigorosos poderes fácticos: como ningún otro presidente antes en la Argentina, fue Cristina Fernández quien hizo notar que gobierno del Estado y poder real no son sinónimos. Cuanto más crece la brecha entre ambos, más conflictividad: tanto una oportunidad como un peligro, si no se toma nota de lo que está en juego en la situación ni se actúa en consecuencia.

No se entiende la opción por la muerte que hace la antipolítica si no se repara en que este es un momento de inflexión histórica: la existencia rumorosa de vastos sectores que ya no sólo acompañan sino que decidieron dar un paso adelante, es una realidad, marca un giro en el interior de lo que comenzó hace diez años. Profundamente instituyente, la movilización popular hace que el proyecto kirchnerista ya no sea el mismo: vivir una situación que resultaba inimaginable en 2003 reclama dejar atrás las condiciones que traban el proyecto o juegan en su contra. La persistencia de esas condiciones –lo que cruje y reacciona– aparece expresada en los hechos de Villa Soldati, Formosa o Barracas, pero también en otros tramos de una cadena de la que forman parte los desalojos de campesinos del Mocase en Santiago del Estero, el asesinato de jóvenes movilizados en Bariloche, las persecuciones a campesinos en otras provincias del norte como consecuencia de la “conquista del desierto de baja intensidad” que están provocando quienes bregan por profundizar un modelo de especialización sojera de carácter excluyente, tendiente a reincidir en una inserción subordinada de Argentina en el mundo globalizado, en las antípodas del proyecto de autonomía nacional y de liquidación de las relaciones económicas asimétricas inaugurado por Néstor Kirchner.

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Porque se hizo mucho, precisamente, es que sale a reclamar atención lo aún no hecho. Tan vasto es el deterioro que produjeron la dictadura y los gobiernos neoliberales, que ningún esfuerzo reparador puede completar la tarea. Lo que ha sido intocado en estos años, precisamente, es lo que aparece en juego en estos días. Caldo de cultivo para los asesinos y los destituyentes, para la xenofobia y el racismo, lo intocado, las limitaciones que no fueron traspasadas en la vertiginosa marcha del proyecto en curso, hace que allí brote la mayor conflictividad. En el magma de los asuntos pendientes: vivienda, sistema ferroviario, tercerización laboral, persistencia de administraciones comunales o provinciales estrechamente vinculadas a sectores del bloque de poder, autogobierno de las fuerzas de seguridad, formas de burocracia sindical incompatibles con cualquier proyecto democrático y popular. Y sumado a todos ellos la emergencia de fuerzas privadas, las del narcotráfico, que surge con su poder económico, implantación territorial, fuente de sicarios, como nervio inherente a la conservación de un orden hecho de vida popular fragmentada y sin futuro para los débiles. Como el narcotráfico, los disparos de barrabravas y matones, y la virulenta belicosidad de pobres contra pobres hablan de una vida popular gravemente dañada. La lógica de las bandas y las mafias que aparecen con la despolitización sugieren que el proceso de descomposición social iniciado hace décadas tiene una profundidad tal que las decisiones a tomar por cualquier gobierno son difíciles de dilucidarse.

Es mucho, es complejo y es arduo lo que queda por hacer cuando las tramas a deshacer están tan arraigadas, y cuando los intereses económicos del bloque de poder y sus efectos contra los intereses populares operan sobre las oportunidades que el propio modelo actual les abre. No es sólo tarea de un gobierno ni puede hacerse si sólo optan por la expectativa quienes respaldan a ese gobierno. Más aún porque subsiste un Estado estructurado para que sobre él pudiera cimentarse el orden neoliberal. Y si con Néstor Kirchner fue posible dar un golpe de volante en lo que hace a la conducción del Estado, lo que no es poco en relación a la situación precedente, la necesidad de profundizar el proyecto choca contra los límites de un Estado que no está preparado para las transformaciones, terreno de batalla y problema a resolver para los cambios que insinúa el horizonte. Tanto la perduración de estructuras anquilosadas en el Estado nacional y las provincias como la de viejas y arraigadas lógicas del trabajo estatal que subyacen en la cultura argentina exigen buscar formas de superación por quienes aspiran a un sostenido y original proceso de profundización de la democracia.

La decisión de crear un Ministerio de Seguridad y confiarlo a la conducción de Nilda Garré va en dirección de dar la cara a lo pendiente. No debería ser necesario aguardar que el conflicto estalle, como a menudo sucede, para mostrar una solución capaz de sorprender y ratificar el camino iniciado en 2003, pero así y todo este es un paso que, si se prolonga con la misma osadía y firmeza en otros, establecerá la mejor base para que no se diluya lo conquistado. No habrá de ocurrir si no se lo hace enfrentando a las ilusiones triunfalistas que ocultan lo irresuelto, diluyen la percepción de los conflictos y se apoltronan en los datos de las encuestas para flotar pasivamente, lejos de la apuesta al riesgo que permitió los logros que, en múltiples terrenos, obtuvo el kirchnerismo, incluida la aprobación popular. Si entre los más notorios de esos logros se cuenta la vigorosa recuperación de la política, al igual que en otros países de América latina y a contramano de lo que aparece como la norma imperante en Estados Unidos y Europa, será la continuidad de la política, y no la superación de la política a través de la ilusión de una gestión que pretenda representar a toda la sociedad, como si no hubiera intereses contrapuestos, lo que permitirá seguir avanzando. Por la situación económica y por la existencia de un acrecido respaldo popular, el presente es el mejor momento para las reformas estructurales que el pueblo movilizado y las muy concretas urgencias de la población demandan.

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En este sentido, cobra toda su dimensión la idea de distribución de la riqueza. Hablar, hoy y aquí, de distribución de la riqueza implica hablar no sólo de más inversión social –refutando argumentos tales como que “están los recursos pero se administran mal” y a quienes sostienen las tesis de restricción y ajuste del FMI–, sino también, e imprescindiblemente, de una reforma tributaria. Hay una insoslayable necesidad de mantener en vilo el paradigma igualitario que caracteriza a este momento social, un rumbo que también reclama contar con una nueva ley de entidades financieras, la reforma de la carta orgánica del Banco Central, la participación de los trabajadores en las ganancias de las empresas y políticas de fondo para afrontar la amenaza de la inflación, apuntando a los formadores de precios y a quienes concentran la oferta de productos y su comercialización, aun con las inevitables resistencias y las maniobras obstaculizadoras, hasta violentas, que esas medidas van a desatar. No se resuelve la redistribución sin conflicto, y a nada está tan ligado el conflicto social en ascenso como a lo redistributivo.

Es la desigualdad social una de las acuciantes cuestiones que puso sobre el tapete la Presidenta al enfatizar que “todavía falta”, lo que hierve en el trasfondo. Que haya pobres lanzados masivamente a ocupar predios en busca del techo que no tienen es una cuestión alarmante, cualquiera sea el origen de esa decisión. Aunque no deja de incidir en ello la incapacidad del actual gobierno porteño para cumplir sus promesas y la monolítica indiferencia ante el sufrimiento social que resulta de su ideología y de los intereses que defiende, no alcanzaría tanta dramaticidad el problema si la brecha entre quienes tienen más y quienes tienen menos no siguiera jugando un rol determinante, aun con las distintas medidas adoptadas para reducir la desocupación y aumentar la capacidad adquisitiva de los sectores con menores recursos. Sobre ese espeso y candente caldo de cultivo operan los destituyentes, hoy abocados a promover, a través de sus reclamos de orden contra los “miles de tiranuelos que perturban a los ciudadanos” y de sus gritos de alarma ante la “falta de autoridad”, a generar miedo y odio, fogoneando una conflictividad apolítica o antipolítica que anule o sofoque el enérgico renacimiento del compromiso político y el estallido de la potencia de la afectividad compartida en la búsqueda de un destino en común, animados por la conciencia de que, como nunca en décadas, están puestas en juego dos alternativas de país, radicalmente excluyentes la una de la otra.

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Desde esa perspectiva, hay que seguir emancipando la historia nacional de las partes más corroídas que abriga en su seno, que, por ejemplo, hacen que la explotación de la naturaleza sea lindante con el saqueo, los negocios privados y la puesta en peligro del patrimonio natural común. Los pueblos originarios nos alertan sobre este riesgo que se cierne sobre toda la humanidad. No es sólo contra ellos que la injusticia y la fiereza de la Campaña del Desierto parecerían aún estar presentes. Es necesario entonces procurar un nuevo modo de justicia territorial, tejida con nuevas economías y reconocimientos comunitarios. Y si la represión es incompatible con las políticas del gobierno nacional, también lo es la expoliación, cuya persistencia implica, para la propia historia común, la amenaza de una fuerza paralizante, al servicio de pequeños núcleos concentrados de dominación. Contra esas y otras amenazas es que un generoso espíritu recorre el país apuntando a celebrar la tarea en común y será, seguramente, el que fortalezca y amplíe las realizaciones ya prácticas en materia de derechos humanos, justicia social, democratización de la comunicación y reafirmación del latinoamericanismo de los pueblos, en la senda de las más vigorosas medidas que caracterizan a este gobierno.

Hay una dimensión ética, por encima de cualquier consideración de oportunidad o conveniencia, en ese espíritu, y es impensable, sin ella, cualquier intento de transformación del Estado, fundamental para impedir una reversión hacia el pasado. No se trata de ser ingenuos o de cultivar un moralismo abstracto, ni de ignorar que existen correlaciones de fuerzas y debilidades propias, sino de apostar a despegarse de la comodidad de lo que se da por sentado. La policía que reprime y dispara no sólo cumple órdenes de los Estados provinciales y las jefaturas incapaces de sensibilizarse ante cuestiones históricas y sociales de primera importancia o ante la evidencia de que son necesidades primordiales las que llevan a agruparse para ocupar un terreno largamente adeudado. Escuchan estos sectores inmovilistas voces muy antiguas, textos muy conocidos, que siguen orientando desde las penumbras de la historia estos capítulos postreros de la Campaña del Desierto y de las patrullas de la Semana Trágica, con el modelo de soluciones drásticas para pueblos considerados inferiores o para extranjeros estigmatizados como una infección extirpable. Grandes nombres de nuestra historia y nuestra literatura, en una perspectiva progresista incluso, hablaron del mestizaje como un mal o de la incapacidad constitutiva de los pueblos indígenas para formar parte de la vida nacional, con parecida seguridad a la que ostenta Mauricio Macri al establecer las razones de la represión a sangre y fuego en la existencia de una inmigración incontrolada desde los países limítrofes. Emulo de la peste xenófoba que, como respuesta por derecha a la crisis, azota a Estados Unidos y Europa, Macri elige una dirección frontalmente contraria a los vientos de integración y hermandad sin fronteras, y con plena inclusión de las diversidades, que animan en este tiempo a América latina.

La formación histórica de la Argentina como nación registra un estilo que hay que superar. El del progresismo en su momento más vacuo, que en sus distintas vertientes políticas, científicas y militares, y en sus acepciones conservadoras y de izquierda, no supo comprender las más sensibles necesidades de un conocimiento sobre los flujos de la historia, la pluralidad de las formas civilizatorias y la existencia de derechos culturales preexistentes de los pueblos arrasados por la expansión de las fronteras agrarias del capitalismo, que hoy vuelven a mostrar su voracidad rapiñadora. Sin que esto sea sorprendente en los emisarios intelectuales y voceros armados de esa expansión que se pintaba con tintes épicos, fue muchas veces compartido por representantes de los pensamientos progresistas y por quienes están ligados a los movimientos de raigambre y vocación popular. Urge construir ahora un horizonte político del presente donde no se admita la reiteración del veredicto de inferioridad de pueblos que tienen otra concepción de la naturaleza, el conocimiento y la vida en general. Se hacen presentes, bajo la condena al mestizaje y la “defensa” ante el diferente “que viene a quitar espacio”, todos los fantasmas del exterminio. Fantasmas que subyacen entretejidos en los vasos capilares de vastas capas de la sociedad, incluso las más pobres, para emerger como pus cuando los intereses de un grupo político o la avidez perversa de los principales medios los convoca. Son los que olvidan que el lenguaje argentino abreva también en aquellos que, sometidos, introdujeron sus sonidos y las formas de sostener, frente a la opresión y la infamia, sus formas de concebir la naturaleza y las vicisitudes del tiempo.

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Si de ningún modo es la agenda del “orden” la que este gobierno acepta, tan explícitamente como sostiene el principio de que la vida está antes que la defensa de los bienes materiales y aleja a Argentina de cualquier club de países xenófobos, el sostén de tales políticas reclama advertir que no caben en nuestro tiempo los despojos de tierras a los campesinos, las muertes, la represión a los reclamos, la desprotección a las víctimas, las desigualdades ante la ley o ante la aplicación de la ley, por parte de la policía o de la Justicia. No puede tampoco haber tabiques conceptuales entre las culturas de las poblaciones aborígenes, criollas, inmigratorias antiguas y nuevas. Las luchas por la igualdad, la fraternidad y la libertad, en el plano ahora cultural y de los derechos, hacen a la característica de este tiempo. No es admisible que un disparo policial, surgido de marañas políticas insensibles y cómplices, tienda a desbaratar este rumbo latinoamericano y la decisión no represiva del Estado nacional. ¡Qué contraste cobra este burdo comportamiento de los núcleos políticos que defienden los grandes negocios, amparados en la máscara de federalismo que enmascara lo feudal, con las pronunciaciones y los acentos que dejan oír los representantes de los pueblos originarios! Hay allí un mensaje refundador de las formas más vitales del poderoso mensaje histórico que contiene la idea de federalismo, siempre en riesgo de convertirse en legitimación de una democracia menguada y una economía excluyente.

Transformaciones, las que se necesitan, que están reclamando una forma política capaz de abarcar una coalición nueva de ideas, estilos y actitudes. No se trata de repetir alguna de las experiencias que se ampararon en la denominación “frente”, con fortuna o sin ella, sino de reconocer en la activa e inquieta coexistencia de lo diverso y heterogéneo uno de los componentes más promisorios del movimiento popular que hoy se identifica con los cambios que la Argentina viene viviendo a partir del gobierno de Néstor Kirchner. Capaz de resaltar tanto la diversidad como lo que tienen en común quienes integran esa diversidad, la construcción frentista permite dar nombre y lenguaje a lo que en la experiencia kirchnerista viene de largas y arraigadas tradiciones y a quienes se encontraron expresados en esa experiencia, provenientes de vertientes muy diversas de la cultura política argentina, así como a los miles que en los últimos años abrieron por primera vez los ojos a la política y le dan un aire renovado. Decir que estamos ante un nuevo tiempo es decir que, aunque no deja de reconocer antecedentes, este es un tiempo que trae consigo componentes inéditos, como parte de una historia que jamás se repite, y plantea desafíos para los que no existen respuestas sino necesidad de buscarlas. Todo nuevo tiempo reclama palabras capaces de nombrar lo que hasta entonces no existía, y “frentismo” es la posibilidad de que encuentren un concreto lugar político esas palabras, tanto como los vocabularios y los estilos de los jóvenes que han encontrado en la política un mundo en que reconocerse y una pasión, con la consiguiente puesta en cuestión de los más notorios modos en que fue entendida la participación política en las últimas décadas, en la Argentina.

Esa necesaria diversidad requiere un tipo de práctica política que se aleje a pasos acelerados de las viejas mañas de hacer de cuenta que se respeta la opinión de todos pero se primerea con la propia para imponérsela al resto. Este es el momento de definir la práctica política necesaria para que encuentren lugar quienes no lo encuentran en las estructuras existentes y para asegurar los avances: hay una singularidad propicia en la vida política argentina de estos días, que ha salido a la luz como una evidencia jubilosa, y la movilización popular de fines de octubre reafirma allí un rumbo consistente. Muertes de muy diversa índole, inequiparables, coinciden en colocar ante una encrucijada a los miles que se identifican con la novedosa etapa política que estamos viviendo y apuestan a su extensión, única posibilidad de preservar lo logrado. El drama de los arrojados al margen sólo podrá ser atendido, reparado y juzgado de modo adecuado si emancipamos la historia nacional de sus engarces más oprobiosos. Emancipar la historia nacional, puesto que este es el momento de hacerlo, implica nuevas construcciones políticas y la sensibilidad renovada de democratizar la sociedad argentina junto a la comprensión misma de su compleja historia formativa. Otros cortes con un pasado de injusticia se han realizado. El más nítido, sin dudas, respecto de la trama de complicidades con el terrorismo de Estado. También, las reversiones de privatizaciones expropiatorias de los años noventa. Son actos de emancipación nacional. Otros nos esperan y nos exigen. El agrietamiento y descascaramiento de la capa de indiferencia y desinterés político que aletargaba la potencia instituyente de las mayorías nos dice que este es el tiempo para llevarlos a cabo.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Requiem para Nestor Kirchner


Por Mónica Peralta Ramos *

A poco más de un mes de la súbita de-saparición de Néstor Kirchner, el mundo de la política se sacude al compás de denuncias de “apriete” oficial y cachetazos en el Congreso. Una oposición política fragmentada e incapaz de presentar una alternativa al oficialismo se desmadra en su afán por poner todo tipo de trabas a la acción de gobierno. En el ámbito empresario cunden las críticas sobre el descontrol de la inflación y la intromisión del Estado en la actividad económica al mismo tiempo que las grandes empresas monopólicas aumentan sistemáticamente sus precios, la inversión privada es sustituida por los subsidios del Estado y las ganancias de los sectores más concentrados de la economía registran niveles inéditos. Las elites políticas y económicas condenan el autoritarismo del Gobierno y convocan a la negociación y la búsqueda del consenso, pero con su accionar demuestran que éstos no son ni han sido sus objetivos y que lo único que importa son sus intereses sectoriales para cuya consecución cualquier método vale. En este contexto, pareciera que el autoritarismo es patrimonio de toda la dirigencia argentina.

Una vez más el país es víctima de una lucha sin cuartel entre sus elites, una lucha cuyo único norte es la apropiación de mayor poder económico y político en desmedro del interés general y por tanto de la unidad nacional. Esta lucha, que desangra al país desde sus orígenes, entra ahora en una etapa peculiar. A lo largo de los últimos siete años el Gobierno, con sus errores y aciertos, ha logrado llevar al primer plano de la escena política un debate sobre algunos de los ejes centrales a nuestro futuro como nación independiente. Esto ha arrojado un haz de luz sobre la estructura de relaciones de poder económico, político y cultural que traba nuestro desarrollo y condena a la exclusión y a la invisibilidad a vastos sectores sociales. En apretada síntesis estos ejes son:

1) El respeto por los derechos humanos y el juicio y castigo a los responsables del terrorismo de Estado. El rescate persistente y sin concesiones de la memoria colectiva de las atrocidades cometidas durante la dictadura militar ilumina la violencia represiva que subyace a la dominación política y ha puesto en relieve la necesidad imperiosa de consolidar la forma de gobierno democrática creando canales institucionales que permitan la participación popular en la toma de decisiones y el control sobre la gestión de gobierno en todos los niveles de la sociedad.

2) La necesidad de incluir a todos los sectores sociales en los beneficios del desarrollo económico, única forma de obtener un crecimiento económico legítimo. Esto ha impulsado un debate incipiente sobre las formas de producción, apropiación y distribución del excedente económico. Este debate posibilita una mirada crítica sobre las relaciones de poder económico imperantes en la actualidad, relaciones de poder que al estar basadas en la apropiación rentística y en ganancias extraordinarias obtenidas en condiciones de dependencia tecnológica y control monopólico de los mercados, condenan cada vez más a vastos sectores de la población al desempleo, la precarización, la miseria y el hambre.

3) La necesidad de democratizar el acceso a los medios de comunicación rompiendo el control monopólico que algunos sectores han ejercido y ejercen sobre los mismos. Esto permite poner en evidencia el rol que cumplen estos medios en la imposición de determinadas formas de mirar y pensar nuestra cotidianidad y nuestra historia, legitimando de este modo y perpetuando intereses sectoriales en desmedro del interés general.

4) La reivindicación de nuestra autonomía en materia de política económica, el cuestionamiento al consenso de Washington y al rol que juega y ha jugado el Fondo Monetario Internacional en nuestro país. Estas definiciones junto con la constitución de la Unasur arrojan luz sobre la estructura de relaciones de poder hegemónico a nivel global y su impacto sobre las sociedades dependientes.

La implosión económica, política e institucional del país en 2001-2002 creó las condiciones estructurales para un gran debate nacional sobre estos ejes. La “voluntad transgresora” y la “pasión de las convicciones” de Néstor Kirchner (según sus propias palabras) permitieron impulsar desde el Gobierno medidas que tendieron a provocar este debate. Seguramente se cometieron muchos errores en estos siete años. Probablemente este debate se podría haber hecho en forma más consensuada y explícita. Sin duda alguna hay mucho por discutir: la identidad del “modelo productivo” y sus limitaciones, la legitimidad de ciertas alianzas y negociaciones que parecen desvirtuar los objetivos propuestos, la limitación de las transformaciones propuestas y muchas otras cosas más.

Pero no perdamos la perspectiva y rescatemos lo esencial: gracias a estos siete años el país se ha movido hacia adelante. Vastos sectores de la sociedad empiezan a vislumbrar la necesidad de involucrarse en la construcción de un país más igualitario, más justo, más democrático y más participativo. La muerte de Néstor Kirchner ha puesto en evidencia que supo interpretar el sentir de las mayorías –y especialmente de la juventud– que encuentran una esperanza en la pasión por construir una nación independiente, más igualitaria y justa. Hoy su muerte no ha dejado un vacío de poder. Queda un pueblo movilizado que busca esperanzadamente nuevas formas de participación en la toma de decisiones. Queda al frente del país una Presidenta que ha demostrado en reiteradas ocasiones su compromiso con un proyecto de cambio. Queda también mucho por hacer. Los que nos identificamos con ideales “progresistas” deberíamos recordar que el camino se hace al andar, a condición de no perder las convicciones ni de empantanarnos en un vedettismo sectario y suicida. Los que se sienten amenazados de algún modo por este debate deberían recordar la implosión de 2001-2002 y preguntarse si un país anarquizado por el afán de poder y la codicia tiene algún futuro. A doscientos años del nacimiento de nuestra patria, todos deberíamos mirar críticamente nuestra historia buscando en ella las raíces de nuestros desencuentros actuales para poder así superarlos. Seguramente descubriremos que una nación no puede construirse en base a la lucha despiadada de intereses sectoriales en desmedro del interés general, y que la exclusión e invisibilidad de vastos sectores sociales conducen a la anarquía, al estancamiento económico y a la desintegración nacional.

* Autora de La economía política argentina: poder y clases sociales (1930-2006) y de Etapas de acumulación y alianzas de clases e

sábado, 4 de diciembre de 2010

En el nombre de la hija

Cómo hubiera investigado Walsh el asesinato de su hija Vicky

Elsa Drucaroff imagina una probable última pesquisa del escritor y cuestiona una época. Organizaciones armadas, mistificación y sexismo en debate.
Por Diego Rojas

Muchas veces se ha dicho que el periodista Rodolfo Walsh introducía en su oficio las artes del detective. Más aún, el escritor Carlos Gamerro propone que el investigador del policial negro sólo podría ser protagonizado, en la literatura argentina, por un periodista, tan imbuida de crimen se encuentra la institución policial. El Walsh detective se encuentra en Operación Masacre, ¿Quién mató a Rosendo? o El caso Satanowsky, entre otras. No por nada, ya integrado a la estructura militar montonera, Walsh sería el encargado de su aparato de inteligencia que lideraría hasta su caída en combate, un día después de que depositara en el correo su “Carta Abierta a la Junta militar”. Antes de escribir esa carta, antes de caer, su hija había caído a manos de los militares, Walsh había escrito otra carta.

“Hoy se cumplen tres meses de la muerte de mi hija, María Victoria, después de un combate con las fuerzas del Ejército”, comienza el texto de “Carta a mis amigos”, en la que explica cómo murió Vicky. “A las siete del 29 la despertaron los altavoces del Ejército, los primeros tiros. (...) He visto la escena con sus ojos: la terraza sobre las casas bajas, el cielo amaneciendo, y el cerco. (...) Me ha llegado el testimonio de uno de esos hombres, un conscripto: ‘El combate duró más de una hora y media. Un hombre y una muchacha tiraban desde arriba, nos llamó la atención porque cada vez que tiraban una ráfaga y nosotros nos zambullíamos, ella se reía. (...) Pero recuerdo la última frase, en realidad no me deja dormir. –Ustedes no nos matan –dijo–, nosotros elegimos morir. Entonces ella y el hombre se llevaron una pistola a la sien y se mataron enfrente de todos nosotros’.”

¿Cómo averiguó Walsh los últimos momentos de la vida de su hija? Sobre el eco de esta pregunta, Elsa Drucaroff construyó una novela que propone al escritor como protagonista de una búsqueda frenética. El último caso de Rodolfo Walsh. Una novela está construida con las herramientas que hacen al suspenso para desentrañar cómo fueron, quizás, esos días terribles para un padre, pero también para realizar una radiografía de una época. “La ‘Carta a mis amigos’ presenta indicios de esa investigación. El testimonio del conscripto, pero también esa frase: ‘He visto la escena con sus ojos’, que puede querer decir que Walsh mismo estuvo en el lugar de los hechos.” Drucaroff –escritora, crítica literaria y docente universitaria– señala que muchas ficciones nacen de una imagen. “Un poco antes de empezar a escribir la novela había nacido mi hijo Iván. En un momento de la carta, Walsh se pregunta por qué Vicky se reía cada vez que lanzaba una ráfaga de ametralladora y llega a la conclusión de que las cosas que la asombraban siempre la habían hecho sonreír. Eso detonó la imagen de papá Walsh que le compra a su nena una de esas cajas de las que sale un payaso y se la muestra miles de veces y, cada vez, la bebé ríe.”

El relato también analiza el espíritu de aquellos tiempos. “A lo largo de los años, se analizó a la lucha armada desde ángulos políticamente correctos. El primero fue el de la ‘teoría de los dos demonios’, que no permitía pensar la violencia e ignoraba nuestra misma historia. El otro discurso, el actual, tampoco sirve: el que convierte en héroes a todos los que murieron. Es hora de poder pensar por fuera de esa dicotomía, de pensar con libertad.” Drucaroff, que es una de las estudiosas más interesantes de la literatura joven actual, señala algunas variables de esa construcción: “La mistificación de la generación del ’70 implica un desprecio por los jóvenes que vinieron después, que ya no eran primaverales en el sentido político, no cargaban con el futuro a cuestas. La juventud sería drogadicta, borracha, imbécil, apolítica, estupidizada. Y esa es una construcción que les tiraron los padres a los hijos por la cabeza para no ver sus propias frustraciones”.

La novelista, feminista ella, también se cuestiona las relaciones de género que se establecían en la guerrilla. “Ser revolucionario en el orden de clases no significa ser revolucionario en el orden de género. Países que socializaron los medios de producción persiguieron homosexuales, sometieron a las mujeres. El machismo no se termina cuando un hombre se declara socialista. Eso lo inventaron para que las feministas no rompiéramos las pelotas –ríe Drucaroff, y especifica–: En las direcciones de los partidos revolucionarios de esa época, había muy pocas mujeres. A la hora de las reuniones, las chicas cebaban el mate o hacían café. Pero hay otros problemas. Una mirada de género sobre la lucha de clases abre preguntas. ¿Cómo puede ser que un hombre no sea capaz de interesarse por una vida chiquita? Que piense que la vida familiar sea una boludez al lado de hacer la revolución. No es sólo una cuestión personal, también es política.”

Estos y otros temas punzantes se plantean en una novela que no pierde jamás el ritmo y que conmueve. Curiosamente, Drucaroff data la finalización de su texto en otro tiempo trascendente. “La novela finaliza en diciembre de 2001. Era un tiempo de cambios, ya se habían desarrollado las consecuencias más atroces y nefastas de haber perdido la batalla de poder pensar otro país. Creo que en ese momento comenzó la posibilidad de hacer un balance sobre lo que ocurrió, con sus errores y aciertos.”

sábado, 13 de noviembre de 2010

A quiénes sigue Cristina en Twitter




Por razones obvias, el activo twitteo de la Presidenta se llamó a silencio. Pero como ya volverá a usar esa vía para comunicarse, vale echar un vistazo ya no a lo que escribe, sino a quienes ella sigue: un selecto grupo de apenas 27 individuos que por ahora son aquellos a los que a Cristina le interesa saber qué dicen.


Seis de ellos son presidentes y precisamente lo único que ha hecho Cristina en Twitter desde la trágica desaparición de su esposo fue incorporar a la flamante presidenta electa de Brasil, Dilma Rouseff. Por cuestiones de género, se descuenta, tiene también a la costarricense Laura Chinchilla, y por razones de idioma no cuenta con Angela Merkel. Sí están Rafael Correa (Ecuador), Felipe Calderón (México), Sebastián Piñera (Chile) y, obvio, Hugo Chávez Frías (Venezuela).


Cuatro funcionarios aparecen en su cuenta: Diego Bossio, Roberto Feletti, Jorge Coscia y Juan Manuel Abal Medina, y una ex legisladora con la que evidentemente cosechó una buena relación, Patricia Vaca Narvaja, la única embajadora de sus registros.


Los únicos medios a los que sigue Cristina Fernández son la TV Pública y TeleSur; en tanto que el único gobernador elegido en su nómina es Daniel Scioli. Seis ministros de su gabinete: Nilda Garré, Amado Boudou, Florencio Randazzo, Julio Alak, y por supuesto Héctor Timerman y Aníbal Fernández, el primer twittero al que incorporó a su lista, por lo que se descuenta que fue el jefe de Gabinete quien la incorporó en este mundo. El sindicalista Julio Piumato está también en su nómina, por lo que se entiende que sea uno de los twitteros más activos -y desbocados- de la red.


¿Y cuántos legisladores aparecen en la agenda de Cristina? Sólo seis. Dos diputados, Jorge Rivas y Agustín Rossi, y los senadores Daniel Filmus, Eric Calcagno, Nicolás Fernández y Miguel Angel Pichetto, el primer legislador incorporado por la Presidenta a su nómina.

viernes, 12 de noviembre de 2010

CFK reclamó políticas contra paraísos fiscales y flujos especulativos


Al participar de las reuniones plenarias que se desarrollaron hoy en Seúl, durante la jornada final de la Cumbre del G-20, Cristina recibió las condolencias por el fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner.

No obstante, el documento final de la Cumbre resultó un fracaso para las políticas que pretendió impulsar el presidente estadounidense Barack Obama, ya que el documento final no figuran las propuestas impulsadas por ese país de establecer bandas de cuenta corriente y la cuestión de las subvaluaciones competitivas.

Este último punto fue tomado como un éxito del presidente chino, Hu Jintao, ya que el reclamo de Washington tiene por principal destinatario a la moneda del país asiático, el yuan.

La jornada final de la Cumbre, que comenzó formalmente durante la víspera, contó con cuatro sesiones plenarias en las que se abordaron cuestiones especificas como finanzas, infraestructura, comercio, regulaciones corporativas, entre otras.

En las sesiones plenarias la Presidenta estuvo acompañada por el ministro de Economía, Amado Boudou; el embajador Alfredo Chiaradía -quien oficia de "sherpa"-, y el canciller Timerman.

Al finalizar la cumbre, durante un encuentro mantenido con la prensa argentina, Boudou y Chiaradía comentaron que uno de los puntos sobre los que más enfatizó la Presidenta durante su exposición en el foro fue la necesidad de consensuar políticas concretas a nivel internacional contra los paraísos fiscales y fijar mayores controles al flujo de capitales especulativos, que afectan esencialmente a las economías emergentes.

Sobre los paraísos fiscales, la Presidenta dijo que hasta ahora en el G-20 sólo "se enunció el problema, pero no hubo acciones concretas", en tanto que instó a sus pares a trabajar en conjunto y evitar que "afloren tensiones coyunturales" que alteren el trabajo que se viene realizando desde fines de 2008 a la fecha.

Además de destacar la necesidad de promover el empleo, la primera mandataria volvió a resaltar la importancia de que las finanzas tenga como principal destino la "economía real".

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Debate por el Presupuesto 2011 en Diputados


Clarín, TN y sus replicadores mienten una vez más al pueblo argentino anunciando en sus pantallas que la Presidenta de la Nación impidió un acuerdo parlamentario para el tratamiento del presupuesto 2011, una vez más como otras tantas ficcionando sobre diálogos presidenciales que les acercan fuentes incomprobables. La tergiversación y la llana desinformación de las publicaciones del gran diario argentino son moneda corriente, pero la responsabilidad de permitirle a la Presidenta de la Nación ejecutar su plan de gobierno, recae sobre los legisladores nacionales.

Es hecho inédito desde el regreso de la democracia que se intente imponer al Poder Ejecutivo un presupuesto opositor. No existen precedentes de un intento de tal naturaleza ni para Raúl Alfonsín - aún encontrándose en minoría legisativa -, ni para Carlos Menem -cuyos presupuestos eran aprobados a libro cerrado - ni para Fernando De La Rua - cuyas políticas económicas remataron en la monumental crisis del 2001.

Es responsabilidad de la oposición el control de las cuentas públicas, exhaustivo y estricto, pero no le corresponde el diseño del plan de gobierno del poder ejecutivo.

Declaraciones del Jefe de Bloque del FPV

martes, 2 de noviembre de 2010

Un puente entre la CGT y la UIA


Por Tomás Lukin

Dentro de dos semanas la CGT y la Unión Industrial reactivarán el diálogo institucional bilateral. La iniciativa surgió luego del acercamiento entre el presidente de la UIA, Héctor Méndez, y el secretario general de la central sindical, Hugo Moyano. Mientras tanto, el proyecto de distribución de ganancias empresarias entre los trabajadores del diputado Héctor Recalde (FpV) continuará su recorrido legislativo. La reunión en la Cámara de Diputados con la plana mayor de la UIA para analizar esa iniciativa estaba programada para hoy, pero luego de la muerte del ex presidente Néstor Kirchner los empresarios pidieron postergarla. Recalde confirmó ayer que la nueva fecha para la exposición del presidente de la UIA es el 16 de noviembre, cuando también expondrán sus posiciones la CGT y la CTA.

Sin embargo, el debate de la iniciativa comenzará el próximo martes. Para entonces están citados al Congreso los titulares de cámaras empresarias como Amcham, Came, Confederación General Empresaria o Federación Agraria, así como distintos especialistas en la materia. “Citamos a quienes no pidieron la postergación del debate. A todos los empresarios menos los que están en el Grupo de los 6, 7 u 8”, sostuvo Recalde en referencia a los representantes de las principales entidades empresarias –en los ’80 eran G-8, después G-7 y ahora G-6–, que a mediados de octubre decidieron faltar a la cita y pidieron postergar el encuentro que había sido reprogramado para hoy.

Las sesiones legislativas concluyen a fin de noviembre, por eso Recalde recordó que “este año no se iba a tratar el proyecto, yo dije desde el principio que, de aprobarse el año que viene, recién regiría en 2012 porque se toma el año fiscal, y que seguramente de convertirse en ley tendría variaciones porque uno buscaba el acuerdo y el consenso”. Desde que se difundió la iniciativa, el establishment empresario expresó su rechazo sistemático a la medida. Según estimaciones realizadas por el economista del Cemop, Andrés Asiain, si el proyecto hubiera estado vigente en un año de elevada rentabilidad empresaria como fue 2008, la participación del 10 por ciento de las ganancias no reinvertidas por las compañías hubiera significado a los asalariados en empresas de más de 300 trabajadores un aguinaldo adicional.

Con la coma

Por Eduardo Aliverti

Dolor y festejo, salvo alguna excepción, vienen a ser como antónimos perfectos. Pero no es tan obvio que tampoco son iguales la consternación y el dolor, aunque suenen parecidos. A estos dos últimos términos volvió a usárselos casi como sinónimos. Y la diferencia entre uno y otro, más allá de precisiones semánticas, es muy importante para juzgar una de las reacciones, tal vez inesperada, ante el impacto que produce el muerto.

El dolor es patrimonio de los que sienten que con este modelo recuperaron, ante todo, antes que absolutamente nada, la posibilidad de creer en la política como un instrumento que puede servir para mejorarnos la vida, y no siempre para jodérnosla. Que hay dirigentes políticos que no viven para cagar al pueblo. Cabe interrogarse por la influencia que habrá tenido, en esta notable muestra masiva de dolor, el hecho de que Kirchner no haya parado un segundo a pesar de su salud debilitada. Todos los que, en público, le pedían que frenara, le exigían en verdad que dejara de confrontar. Porque si lo hacía, podían recortar aquello en que los afectaba. Mucho o poco, los jodía que Kirchner no parara. El tipo, como cualquiera, andaba sin detenerse por una pulsión vivencial. Vaya uno a saber cuánto de consciente era en torno de que, si no regulaba la máquina, la muerte próxima sería inevitable, o al menos una probabilidad. Pero, ¿a cambio de qué parar la máquina? ¿De dejar de ser? ¿De pasar por la vida, en vez de vivirla como a él le gustaba? La primera impresión e incluso bastante después ante la noticia de su deceso, coincidamos, fue incredulidad. ¿Por qué, si se conocía que estaba mal? Porque al líder, al referente, al conductor, en primer término no se lo imagina muerto y, después y por eso mismo, no se quiere que se detenga. Y si cumple con eso, con lo que se quiere de él, al cabo no interesa si dio la vida por su pueblo o por él mismo. Lo que importa es lo que uno quiere imaginar que hizo. Pero para eso, pequeño detalle, debe haber pasado que lo que hizo benefició a mucha gente, porque de lo contrario esa gente ni siquiera se toma el trabajo de imaginar nada. Es eso de que la memoria no consiste en lo que pasó, sino en lo que se construye de lo ocurrido. Y se construye por la necesidad de creer; que en política, para el caso, significa creer que esa necesidad fue satisfecha en buena medida. ¿A qué salió a la calle y fue a la Rosada, dolorida pero efervescente, semejante multitud? ¿A qué, nutrida por tanta gente humilde, y tantos pendejos golpeándose el corazón y surgidos desde lo que se creía la nada misma dejada por el menemato, y tanto oficinista que gana dos mangos y hasta una izquierda que sin venir del palo estaba segura de que debía estar ahí? ¿A qué, que no sea que además de lo habido hay un por haber sólo canalizable en la realidad de agarrarse de este piso? El festejo es más detectable aun. Festejan la Rural, los grandes medios, Carrió, el Episcopado, Duhalde, los genocidas, tanto ganso que llama a las radios, variados factores de poder, fachos de la clase mierda, etcéteras. Esos también son pulsión primaria en su festejo, porque, a poco que se detengan en examinar, se murió la figura que les concentraba el odio y el discurso único. Y entonces tienen dos problemas: de dónde diablos salió toda esta gente emocionada; y cómo se hace para seguir bardeando a una mujer sospechosa de no retroceder, pero encima con imagen, real o construida, de sola contra todos. Es decir: contra todos ellos. Y con tanto pibe que la banca.

Finalmente, la consternación. El “¿y ahora?”, que se escuchó por tantas vías. Hay lo especulativo de quienes tienen intereses concretos. Kirchner, quedó dicho, era el gran ordenador de la oposición, en todas sus vertientes. Su iracundia, sus provocaciones, si se quiere sus excesos, amalgamaban a la contra porque fue él, Kirchner, quien instituyó esa suerte de “péguenme, cuanto más, mejor, porque me hacen más fuerte”. Si Cristina era y es la jefa de Estado, él era, sin la más mínima duda, el jefe político. El era el barro. Era la tensión con el sindicalismo pesado, el que maniobraba con los barones mafiosos del Gran Buenos Aires, el que operaba, el ministro de Economía, el que les ponía los puntos a los generales y coroneles del establishment. En la división de tareas de la férrea sociedad política del matrimonio, la fortaleza Cristina se ocupaba de bajar las grandes líneas discursivas con una oratoria impactante. Pero el barro era él, y ahora hay que ver quién lo cubre: no necesariamente porque ella no sabría cómo hacerlo, sino porque no puede, ni debe, atender todos los frentes. De modo que el Poder –una parte del Poder– se quedó momentáneamente sin el gran interlocutor con quien trabarse en combate. Y con la mujer, esa mujer, erigida en amazona solitaria. La cosa es que tal idea de desamparo no cruza solamente al nivel dirigencial opositor. Alcanza también a los que, consternados pero desde la planicie, pasaron a preguntarse quién ordena la mugre de aquí en más. Mal o bien, lo hacía Kirchner y, tanto que lo putearon los incontinentes del “dónde iremos a parar”, resulta que él garantizaba la “gobernabilidad” desde el fango. El enorme desafío de Cristina es encontrar el reemplazo de esa administración del lodo, porque con todo no va a poder. Y acaban de debutar, consternados, ante la muerte, los dudosos de si esto no será aunque sea lo menos malo frente a la impresentabilidad de la oposición.

Si es por interrogantes y ante la impresionante manifestación popular frente al muerto, algunos deberían preguntarse por qué no habrán cumplido su farsesca palabra de retirarse para siempre de la política. Algunos deberían preguntarse por toda la militancia que les falta, antes de siquiera soñar que el pueblo llorará por ellos. Algunos deberían preguntarse si acaso no es hora de sumar con honestidad ideológica a la espectacularidad de la política real, y no a la política de la espectacularidad. Algunos deberían preguntarse si no es mejor no dejar un solo resquicio más, para liquidar la sospecha de que pueden ser la gran candidatura blanca. Algunos deberían preguntarse si no les queda algún rincón para la incertidumbre, cuando resulta que ante el muerto rindió homenaje tanto mundo del mundo del que según los grandes medios estábamos aislados. Algunos deberían preguntarse si les conviene persistir en su presentación como única salida posible y revolucionaria, al comprobar que tantos pibes movilizados prefieren militar y conmoverse con otra esperanza. Los momentos dramáticos sirven para medir la capacidad de no quedar en el lado equivocado.

Casi ayer, hace menos de diez años, esta sociedad salía a la calle con aquella clamorosa exigencia de que se fueran todos. Todos. Que no quedara ni uno solo. Hoy, mucha de esa misma sociedad volvió a las calles a llorar que se fue un político en plena actividad. Y a darle fuerza a una Presidenta. Se piense como se piense acerca de este Gobierno, nadie puede rebatir seriamente que el salto entre una y otra situación supone una mejora general de expectativas populares.

“Estoy azorada”, decía el viernes una oyente radiofónica. “Hasta el miércoles estábamos todos de acuerdo en que la inflación es un desastre, y en que ya no damos más con la inseguridad, y en que había que cuidarse hasta en el censo. Y resulta que ahora salen esta multitud y todos estos pibes a defender al Gobierno.” Ese mensaje, seguramente, es representativo de los tantos que acaban de descubrir que el país de Clarín & Cía. no es el único.

Chau, Kirchner. Pero chau así, únicamente con coma. Porque sin coma es de los miserables que estaban apurados por que te murieras. Sin coma es de esa gente que debe estar cayendo en la cuenta de que está en problemas, vista toda la otra gente que salió y dijo lo que dijo: ni un paso atrás.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Condolencias




Expresamos nuestro profundo pesar por la irreparable pérdida del compañero Nestor Kirchner que deja un vacío muy difícil de llenar.
Ahora más que nunca hay que apoyar a nuestra presidenta Cristina redoblando nuestros esfuerzos para trabajar por el proyecto Nacional y Popular.

PRESENTACION DEL LIBRO LA OSADIA DE CONSTRUIR PODER POPULAR

PRESENTACION DE LIBRO

 

"LA OSADIA DE CONSTRUIR PODER POPULAR"

 

de Patricia Rodríguez Heidecker

 

 

 

Oradores:

         Osvaldo Bayer
         Omar Lewinger
         David Ramos
         Jorge Pérez
         Daniel De Santis
         Madres de Plaza de Mayo

 

 

30 de octubre 19 hs.

Escuela Nº 1

                        Sáenz 450 y Castro

Lomas de Zamora

 

 

 

Reconstrucción histórica de la dinámica social, cultural y política del Lomas de los ańos 60/70. Testimonios de familiares y amigos de compañeros detenidos-desaparecidos de Lomas de Zamora

 

Este trabajo recopila testimonios de  diferentes actuantes-protagonistas del proceso político,  cultural y social de Lomas de Zamora  durante las décadas del 60-70. Rearma la trama social en los diferentes espacios donde se resistía al poder hegemónico: los barrios de Lomas de Zamora, la Universidad, las Fábricas, las Escuelas; todos estos, escenarios en  donde se  reprodujeron  los acontecimientos acaecidos a nivel nacional. La compilación  se enmarca en un breve relato del  clima político  vivenciado en el resto del mundo: las luchas por la liberación que encuadraron los sucesos históricos más importantes de aquel tiempo en nuestro país, en nuestra localidad. Reconstruye las identidades y las especificidades del tejido  social y local que se fueron organizando a partir de las necesidades básicas insatisfechas  como el asfalto, la luz eléctrica, el agua corriente.  Rearma el proceso que partió del vínculo con el otro en la cuadra, la Sociedad de Fomento, la Iglesia, la Fábrica, la Escuela y que  derivó hacia la toma de posiciones políticas definidas.  Refleja cómo la participación desde lo colectivo hizo posible la construcción de un sujeto social, con una identidad propia que fue creciendo al amparo de las luchas  que cuestionaban el orden desigual e injusto, pero también las relaciones cotidianas familiares, escolares, religiosas, de pareja. También recupera, a través de testimonios, las identidades  silenciadas de los compañeros secuestrados-desaparecidos de Lomas de Zamora

Por último  plantea la idea de que la  memoria no tiene olvido, reaparece cuantas veces es clausurada y negada. Tampoco es única, porque los recuerdos son pequeños y contrapuestos fragmentos  de la realidad, por lo tanto propone  el desafío de juntar esos fragmentos desde la diversidad, haciendo una sincera evaluación a partir de interrogar al pasado desde el presente.

 

 

lunes, 7 de junio de 2010

El imperio y la guerra


Hace dos días, en breves palabras, señalé que el imperialismo no podía resolver el gravísimo problema del consumo de estupefacientes que azota a la población del mundo. Hoy deseo abordar otro tema a mi juicio de gran trascendencia.

El actual peligro de que Corea del Norte sea atacada por Estados Unidos, a partir del reciente incidente que tuvo lugar en las aguas de ese país, tal vez pueda evitarse si el Presidente de la República Popular China decide utilizar el derecho de veto, prerrogativa que no le gusta en absoluto a ese país ejercer en los acuerdos que se discuten en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Existe un segundo y más grave problema para el cual Estados Unidos no tiene respuesta posible: el conflicto creado en torno a Irán. Es algo que se veía venir claramente desde que el Presidente Barack Obama pronunció su discurso el 4 de junio de 2009 en la Universidad Islámica de Al-Azhar, en El Cairo.

En una Reflexión que escribí entonces, cuatro días más tarde, cuando dispuse de una copia oficial del discurso, utilicé numerosas citas para analizar la importancia del mismo. Señalaré un número de ellas.

“Nos congregamos en un momento de tensión entre Estados Unidos y musulmanes alrededor del mundo…”

“…el colonialismo les negó derechos y oportunidades a muchos musulmanes,…la Guerra Fría a menudo utilizaba a los países de mayoría musulmana como agentes, sin tener en cuenta sus aspiraciones propias.” Impresionaban realmente ese y otros razonamientos en boca de un Presidente afroamericano, que parecían verdades evidentes como las contenidas en la Declaración de Philadelphia el 4 de julio de 1776.

“He venido aquí a buscar un nuevo comienzo para Estados Unidos y musulmanes alrededor del mundo, que se base en intereses mutuos y el respeto mutuo…”

“Como nos dice el Sagrado Corán, ‘tengan conciencia de Dios y digan siempre la verdad.’”

“…es parte de mi responsabilidad como Presidente de Estados Unidos luchar contra los estereotipos negativos del Islam dondequiera que surjan.”

Continuó así desgranando temas escabrosos del universo de contradicciones insolubles que envuelven la política de Estados Unidos.

“En medio de la Guerra Fría, Estados Unidos desempeñó un papel en el derrocamiento de un gobierno iraní elegido democráticamente.”

“Desde la Revolución Islámica, Irán ha desempeñado un papel en secuestros y actos de violencia contra militares y civiles estadounidenses.”

“Los estrechos vínculos de Estados Unidos con Israel son muy conocidos. Este vínculo es inquebrantable.”

“Muchos esperan, en campamentos para refugiados en la Ribera Occidental, Gaza y tierras aledañas, una vida de paz y seguridad que nunca han tenido.”

Hoy sabemos que sobre la población de Gaza cae con frecuencia una lluvia de fósforo vivo y otros componentes inhumanos y crueles, lanzados sobre la Franja, con furia verdaderamente nazi fascista. No obstante, las afirmaciones de Obama parecían vibrantes y en ocasiones sinceras, en tanto las iba repitiendo una y otra vez, en medio de febril corre corre por el mundo, dondequiera que a su hora programada llegaba el avión número uno de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

Ayer 31 de mayo, la comunidad internacional fue conmocionada con el asalto, en aguas internacionales a decenas de millas de la costa de Gaza, de casi un centenar de soldados de las fuerzas especiales de Israel, que descendieron desde helicópteros en horas de la madrugada, disparando frenéticamente contra centenares de pacíficas personas de diversas nacionalidades, causándoles ­­-­según informaciones de prensa- no menos de 20 muertos y decenas de heridos. Entre las personas atacadas, que transportaban mercancías para los palestinos sitiados en su propia Patria, había ciudadanos norteamericanos.

Cuando Obama habló en la Universidad Islámica de Al-Azhar del “derrocamiento de un gobierno iraní elegido democráticamente” e inmediatamente añadió que “Desde la Revolución Islámica, Irán ha desempeñado un papel en secuestros y actos de violencia contra militares y civiles…”, se refería al movimiento revolucionario promovido por el Ayatollah Ruhollah Jomeini, que desde París, sin una sola arma, aplastó a las Fuerzas Armadas del más poderoso gendarme con que Estados Unidos contaba en el Sur de Asia. Era muy difícil que la más poderosa potencia del mundo resistiera la tentación de instalar allí una de sus bases militares, al Sur de la URSS.

Hace ya más de cinco décadas, Estados Unidos había aplastado otra Revolución absolutamente democrática, cuando derrocó el gobierno iraní de Mohammad Mossadegh. Este fue electo Primer Ministro de Irán el 24 de abril de 1951. El senado aprobó la nacionalización del petróleo, que había sido su bandera de lucha, el 1 de mayo de ese mismo año. “Nuestros largos años de negociaciones con países extranjeros -declaró- no han dado resultado hasta aquí.”

Es obvio que se estaba refiriendo a las grandes potencias capitalistas, que controlan la economía mundial. Irán tomó posesión de las instalaciones ante la intransigencia de la British Petroleum, que entonces se llamaba Anglo-Iranian Oil Company.

El país no tenía posibilidades de formar técnicos. Gran Bretaña había retirado su personal calificado, y respondido con bloqueos de piezas y mercados. Envió su flota de guerra en zafarrancho de combate al país. Como resultado, la producción petrolera de Irán disminuyó de 241,4 millones de barriles en 1952, a 10,6 en 1953. En esas favorables condiciones la CIA organizó el golpe de Estado que derrocó a Mossadegh, hasta su muerte que tuvo lugar tres años después. La monarquía fue restablecida y un poderoso aliado de Estados Unidos ascendió al poder en Irán.

Estados Unidos no ha hecho otra cosa con los demás países que no sea eso; desde que se creó esa nación en los suelos más ricos del planeta, no respetó nunca los derechos de los pobladores indígenas que allí vivieron durante milenios y de los negros que fueron importados como esclavos por los colonizadores ingleses.

Estoy seguro, sin embargo, de que millones de norteamericanos inteligentes y honestos comprenden estas verdades.

El Presidente Obama puede pronunciar cientos de discursos, tratando de conciliar contradicciones que son inconciliables en detrimento de la verdad, soñar con la magia de sus frases bien articuladas, mientras hace concesiones a personalidades y grupos carentes totalmente de ética, y dibujar mundos de fantasías que sólo caben en su cabeza y que asesores sin escrúpulo, conociendo las tendencias suyas, siembran en su mente.

Dos preguntas obligadas: ¿podrá Obama disfrutar las emociones de una segunda elección presidencial sin que el Pentágono o el Estado de Israel, que en su comportamiento no acata en nada las decisiones de Estados Unidos, utilicen sus armas nucleares en Irán? ¿Cómo será la vida en nuestro planeta después de eso?

Fidel Castro Ruz

martes, 1 de junio de 2010

Actividad con Ruben Dri


La Agrupación Rodolfo Walsh, en conjunto con el Movimiento Evita, Organizaciones Sociales, y Cooperativas de Trabajo, organizaron un encuentro de “Reflexiones del Bicentenario” que se desarrolló en el Aula Tanque del Campus Migueletes el pasado jueves 27 de mayo.

El rector Carlos Ruta abrió el encuentro dando la bienvenida a los presentes y mencionó que “hace mucho tiempo que la Universidad no era protagonista de políticas contundentes”. La mención fue por la participación que la institución tuvo para ayudar en la coordinación del programa Argentina Trabaja y por sus aportes a la nueva Ley de Medios. Resaltó la importancia de conseguir que el mundo académico y el científico “vivan la experiencia” de lo cotidiano.

El orador principal fue el filósofo Rubén Dri, que profundizó sobre los conceptos de Pueblada, Pueblo, y Símbolos. Antes habían disertado la doctora en Ciencias Políticas Paula Biglieri y la licenciada en Sociología y funcionaria del Ministerio de Desarrollo Social Magdalena Gagey. Todos utilizaron como disparador el fenómeno del Bicentenario.

“Se produjo una pueblada que hizo historia. Un pueblo festejando de esa manera vale una vida”, comenzó diciendo Dri. “Un pueblo deja de ser sujeto cuando no se construye a sí mismo y deja que lo construyan para pasar a ser objeto”. El análisis apuntó directamente a las corporaciones mediáticas y a los sectores del agro enfrentados con el gobierno.

“El pueblo debe aparecer en la calle. Fue terrible cuando la derecha nos ganó nuestro lugar en el 2008. Fue cuando nos dejamos objetivar”, expresó en relación a las manifestaciones del campo en el Monumento a los Españoles. Luego apuntó al menemismo: “En la década del 90 el pueblo perdió con la política neoliberal, y tuvo la audacia de volver a las bases y volcarse a los movimientos sociales, que terminaron de brotar en el 2001”.

“Fue una pueblada distinta. Fue pura fiesta. No se reclamó nada. No se pidió nada. Fue puro festejo. El pueblo es luchador, pero es fiestero, le gusta la fiesta, le gusta la calle”, remató Dri, en lo que fue una magnifica clase filosófica sobre la identidad popular y la resignificación de los símbolos a partir de la interpretación ciudadana en diversos contextos políticos.

“Los símbolos son fundamentales en la construcción del sujeto. El Bicentenario es ir a las raíces y contar la historia de nuevo, resignificando los símbolos para reconstruir sujetos”, dijo Dri.

Luego hizo una mención al escenario actual: “La política es tensionante. Cuando nos hablan de consenso nos quieren ocultar la tensión. Hoy hemos recuperado la política, y como sujetos es así como nos construimos”.

Antes, Paula Biglieri se refirió a los contrastes que hubo en relación al Centenario de 1910. “No hay mayor gesto ideológico que negar la ideología”, mencionó en relación a los dichos de Mauricio Macri, que había expresado que hace 100 años el país estaba mejor.

Biglieri informó que en aquellos años había restricciones de los derechos civiles y jurídicos, estados de sitio, persecuciones gremiales y una dura ley de residencia. “Todo esto se daba en un modelo de acumulación agro exportadora de la aristocracia. Eso era una fuerte política liberal que pedía respetar el statu quo, el orden natural del mercado y las cosas”.

“Hoy nos encontramos en una nueva oleada de ampliación de derechos, de presencia política. Estos procesos siempre se dan con la fuerte presencia popular”, dijo Biglieri.

Luego, la investigadora del CONICET apuntó al proceso actual: “Kirchner fue un gran lector de la crisis del 2001 y los reclamos sociales. Se disolvió la comunidad bipolarmente entre un ellos y un nosotros. Además reapareció la figura del pueblo y se legitimó a un líder. Hubo una relación entre Asamblea y Líder, y se corrió el eje de representación”.

“Luego, el kirchnerismo no supo responder a las demandas sociales, distintas a las del 2001. Y pasaron a ser más influyentes los medios en su capacidad de construir esas demandas. En el 2008 se generó un conflicto con la construida figura del campo y hubo dos plazas, en el Congreso y en el Monumento a los Españoles, gritando lo mismo: Si este no es el pueblo, el pueblo dónde está. Las masas se disputaron la figura popular”, agregó Biglieri.

Finalmente, remató la disertación diciendo que “la denigración de la política es una mala noticia para el sector popular, porque le abre el camino a expertos tecnócratas y la contracción de derechos. De todas formas, con los últimos acontecimientos, la figura de lo popular resurgió”.

La apertura la había realizado Magdalena Gagey, coordinadora del programa Argentina Trabaja y Licenciada en Sociología. Dijo que “estamos cambiando la historia. En el Centenario comenzó una construcción de identidad nacional falsa para detener un proceso de crecimiento obrero, desde el invento de Lugones de un gaucho inexistente”.

“No hay forma de sostener el neoliberalismo en nuestro país. Siempre han querido imponernos cosas. La construcción soberana debemos hacerla juntos, sin perder la alegría”, remató Gagey.

sábado, 15 de mayo de 2010

Cumbre Nuclear en Washington

La reunión convocada por el presidente de los Estados Unidos en Washington para debatir el tema nuclear fue bastante extraña. Un debate sobre el armamento nuclear que puede destruir todo el planeta se realizó sólo entre cuarenta y siete países elegidos a dedo por la Casa Blanca. Claro que esto no fue casual. La convocatoria por fuera de Naciones Unidas le permitió al presidente Barack Obama eludir un debate público con países que seguramente hubieran cuestionado su política nuclear y su carrera armamentista. No es casual que de América Latina los únicos convocados fueran Argentina, Brasil, Chile y México. Si bien es cierto que estos países han criticado y critican a Estados Unidos en muchos temas, no tienen el tono molesto y confrontativo que suelen tener Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega, Raúl Castro o Rafael Correa, para mencionar a algunos de los presidentes latinoamericanos que no fueron invitados. Tampoco estuvieron Irán y Corea del Norte, los países que más están en la mira de Washington por su política nuclear. Y al dejar afuera a la República Arabe Siria el presidente Obama se garantizaba que nadie cuestionaría con dureza al Estado de Israel, el único que ya tiene armamento nuclear en el Medio Oriente.
Por eso no extrañó que no hubiera voces disonantes cuando Obama señaló que la gran amenaza para la humanidad proviene de la “posibilidad” de que “redes terroristas” accedan a tecnología nuclear o de que “algunos” países -en clara referencia a Irán- la pudieran desarrollar. Fue interesante ver cómo la Cumbre dio por sentado que es un hecho “natural” y legítimo que las principales potencias puedan acaparar el armamento nuclear del planeta. Por eso no extrañó la sinceridad de Nicolás Sarkozy al afirmar que no renunciará a las armas nucleares de manera unilateral porque eso pondría en peligro la seguridad de Francia.
Estados Unidos es el único país que hasta ahora arrojó bombas atómicas sobre población civil. Seguramente muchos japoneses se habrán preguntado qué autoridad moral tiene para organizar este tipo de cumbres cuando todavía no pidió perdón por las bombas que destruyeron Hiroshima y Nagasaki.

jueves, 13 de mayo de 2010

Gramsci y Cooke



Llegado el fascismo al Gobierno, un compañero le pregunta a Gramsci:

-¿Por qué perdimos? -A lo que Nino le contestó:

-No conocemos Italia-

En ese momento, si bien no hay un giro radicalizado, Gramsci empieza a pensar el posible camino apara la revolución. Para la toma de poder es necesario entender qué es el poder. ¿Es sólo fuerza y coacción física? Si uno se atiene a la definición clásica del Weber sobre el Estado, el aparato represivo es solo una parte de esa dominación legal.

Estado: Comunidad humana dentro de un territorio con el monopolio de la violencia legítima.

La pregunta por la violencia legal es porqué la sociedad o la comunidad consideran legítima esa violencia. Esto lleva directamente a pensar en Maquiavelo y su concepción de la doble naturaleza del centauro.

¿Qué es un centauro? Los viejos poetas antiguos explicaron una teoría política en sus poesías. Los grandes guerreros, héroes, en su mayoría, fueron educados por Centauros. Estos seres tenían una doble naturaleza, era mitad hombres mitad animales. Esto significa que un príncipe debe actuar con las dos condiciones, fuerza y ley, es decir, violencia legitima. Inclusive, agrega Maquiavelo sarcásticamente que dentro de la animalidad hay que ser zorro y león; zorro para esquivar las trampas, y león para espantar a los lobos.

Toda esta cuestión metodológica-política Gramsci estaba presente el Maquiavelo.

“un príncipe necesita utilizar a la vez o intermitentemente de una naturaleza y de la otra, y que la una no duraría, si la otra no la acompañara.” Príncipe, cap XVIII

El que piensa usar una de las partes de la naturaleza de centauro a la vez, no debe dedicarse a la política. Aquel marxismo vulgar que propone sólo cambio de Estructura para cambiar la sociedad, no debería dedicarse a la política –según Maquiavelo- (de hecho, no hacen política sino que esperan las benditas condiciones objetivas que desencadenaría la revolución socialista.)

A la respuesta de Gramsci, “no conocemos Italia” hay que entenderla en este sentido Maquiavélico. No conocemos las tradiciones populares, sus creencias, sus capacidades que pueden garantizar un orden político burgués y represivo.

Para tomar el poder hay que saber qué es el Poder, dónde está el Poder y cómo funciona.

¿El poder es solo fuerza represiva? ¿El poder es solo consenso? El Poder es la conjunción dialéctica de Fuerza y Consenso. Seguramente Gramsci a releer el libro de los republicanos -así llamaba Rousseau al Príncipe- pensó inmediatamente en el concepto de hegemonía.

La pregunta sobre el poder es la pregunta sobre la Hegemonía. Si bien Marx en el Manifiesto propone una definición de Estado como consejo o junta administrativa de la clase burguesa:

"el Poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa” (Manifiesto Comunista).

Gramsci con el concepto de hegemonía da una definición más clara en el funcionamiento de ese Estado o consejo burgués, y la capacidad que tienen las clases dominantes, no sólo de mantener el dominio, sino de recrearlo.

El Estado es más que un Consejo Administrativo o un Gobierno, sino que es la relación dialéctica entre sociedad política y sociedad civil, la autoridad y la hegemonía, la fuerza y el consenso.

El Estado CAPITALISTA es la conjunción de sociedad política y sociedad civil. La hegemonía es la institucionalización del régimen a través de la creación constante de valores afines.

Es de un marxismo panglosiano creer que la fuerza reside solo el aspecto coercitivo. Si fuese así, contraponer a la fuerza una fuerza similar y esperar que la revolución socialista llegue inevitablemente. Esto en Gramsci no es así. Altamente influenciado por Maquiavelo, el Príncipe Moderno debe atender a esta cuestión de la doble naturaleza del centauro. Constituir una nueva hegemonía nacional popular para contraponer un nuevo poder sobre el núcleo hegemónico dominante. Lucha política entre dos concepciones políticas, hegemonía burguesa y hegemonía proletaria.

En Peronismo y Revolución del año 1966 hay una interesante definición de tipos de hegemonía. Cooke lo llama Núcleo Hegemónico

“Hemos venido refiriéndonos al “bloque” o a “clases” en plural para poner de relieve que la contradicción capital (burguesía) vs. trabajo (proletariado) es una simplificación, por cuanto no se trata de una dualidad. La lucha por el poder se da a través de ese antagonismo entre capital y trabajo, pero eso no es una traslación mecánica al plano político de la lucha de clases tal como se da en el nivel socio-económico, sino que se produce una polarización. Lo que llamamos clase dominante no constituye un solo grupo social sino una unidad contradictoria de varias clases y sectores de clase, que en el plano político, por mediación del Estado, se estructura como bloque de poder con cohesión y lógica propia. Generalmente, una clase o fracción actúa como núcleo hegemónico, es decir, como factor de la reunificación política, integrando sus propios intereses específicos con el interés general unitivo de las restantes clases y fracciones privilegiadas.” Peronismo y Revolución, pag 179

La lucha de clases en el plano político se expresa como antagonismo, enemistad. ¿Como se expresa la enemistad de los bandos en Gramsci? A través de una guerra de posición. Dentro de la lucha política, el partido debe proporcionar los intelectuales de la clase proletaria para desarrollar la guerra de posición.

Tipos de guerra:

Guerra de posición (asedio),

Guerra de movimiento y

Guerra subterránea.

Es interesante este concepto de intelectual y guerra de posición como penetración cultural, para la construcción de una nueva hegemonía a través de una guerra de posición.

Carl Schmitt en Teoría del partisano desarrolla su concepto a través de distintos autores, Clausewitz, Lenin, Mao, Raoul Salan. En Mao la enemistad es doble, una es, la hostilidad hacia el enemigo externo, el invasor colonial, Japón, y otra, la hostilidad interna, es decir, el régimen burgués capitalista. Dentro de la estrategia de la guerra en general, el partisano maoísta lleva una guerra de movilidad incrementada en el frente externo, pero a medida que avanza, lleva una guerra de posición interna con el enemigo de clase. Dice Mao:

“5.7. desarrollo máximo de la organizaciones del partido comunista, de manera que se pueda establecer una célula del cada aldea. "

Siguiendo con Carl Schmitt, el Partisano tiene cuatro características básicas:

-irregularidad,

-movilidad incrementada,

-intensidad del compromiso político

-carácter telúrico

El partisano puede ser campesino, trabajador, maestro venido en armas. Un soldado irregular, un partisano. El fuerte compromiso político deviene por el carácter telúrico, su fuerte sentimiento de pertenencia a un suelo nacional. La invasión de una fuerza extranjera genera la catarsis necesaria para convertir hombres comunes en guerrilleros temibles.

Gramsci expresa este carácter partisano:

Soy combatiente, vivo, siento ya en las conciencias viriles de mi bando el pulso de la actividad de la ciudad futura que mi bando está construyendo... Vivo, soy combatiente. Por esto odio a los que no combaten, odio a los indiferentes.

Algo parecido dice Evita en mi Mensaje:

Solamente los fanáticos -que son idealistas y son sectarios- no se entregan. Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. No pueden servirlo aunque quieran. (…)Los tibios, los indiferentes, las reservas mentales, los peronistas a medias, me dan asco.

Es interesante el concepto de catarsis en Gramsci, descubrimiento en Cooke y decisión en Carl Schmitt.

Gramsci, de la necesidad a la libertad, que es el paso de la economía a la política.

Cooke, el descubrimiento como autoconciencia y potencialidad revolucionaria de la clase oprimida, del pueblo peronista.

“Nosotros no nos integramos al peronismo, el peronismo no es un club o un partido burgués al que uno puede afiliarse, el peronismo es fundamentalmente una experiencia de nuestro pueblo y lo que nosotros hacemos ahora es descubrir que siempre habíamos estado integrados a ella, en el sentido que está integrado a la experiencia de su pueblo todo hombre que se identifica con los intereses de los más” Apuntes para a militancia, prologo de Ortega Peña y Eduardo Luís Duhalde.

[Pequeño apunte sobre Gramsci y Cooke de una exposición, mezclado con Evita, Schmitt y Mao.]