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sábado, 15 de mayo de 2010

Cumbre Nuclear en Washington

La reunión convocada por el presidente de los Estados Unidos en Washington para debatir el tema nuclear fue bastante extraña. Un debate sobre el armamento nuclear que puede destruir todo el planeta se realizó sólo entre cuarenta y siete países elegidos a dedo por la Casa Blanca. Claro que esto no fue casual. La convocatoria por fuera de Naciones Unidas le permitió al presidente Barack Obama eludir un debate público con países que seguramente hubieran cuestionado su política nuclear y su carrera armamentista. No es casual que de América Latina los únicos convocados fueran Argentina, Brasil, Chile y México. Si bien es cierto que estos países han criticado y critican a Estados Unidos en muchos temas, no tienen el tono molesto y confrontativo que suelen tener Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega, Raúl Castro o Rafael Correa, para mencionar a algunos de los presidentes latinoamericanos que no fueron invitados. Tampoco estuvieron Irán y Corea del Norte, los países que más están en la mira de Washington por su política nuclear. Y al dejar afuera a la República Arabe Siria el presidente Obama se garantizaba que nadie cuestionaría con dureza al Estado de Israel, el único que ya tiene armamento nuclear en el Medio Oriente.
Por eso no extrañó que no hubiera voces disonantes cuando Obama señaló que la gran amenaza para la humanidad proviene de la “posibilidad” de que “redes terroristas” accedan a tecnología nuclear o de que “algunos” países -en clara referencia a Irán- la pudieran desarrollar. Fue interesante ver cómo la Cumbre dio por sentado que es un hecho “natural” y legítimo que las principales potencias puedan acaparar el armamento nuclear del planeta. Por eso no extrañó la sinceridad de Nicolás Sarkozy al afirmar que no renunciará a las armas nucleares de manera unilateral porque eso pondría en peligro la seguridad de Francia.
Estados Unidos es el único país que hasta ahora arrojó bombas atómicas sobre población civil. Seguramente muchos japoneses se habrán preguntado qué autoridad moral tiene para organizar este tipo de cumbres cuando todavía no pidió perdón por las bombas que destruyeron Hiroshima y Nagasaki.

jueves, 13 de mayo de 2010

Gramsci y Cooke



Llegado el fascismo al Gobierno, un compañero le pregunta a Gramsci:

-¿Por qué perdimos? -A lo que Nino le contestó:

-No conocemos Italia-

En ese momento, si bien no hay un giro radicalizado, Gramsci empieza a pensar el posible camino apara la revolución. Para la toma de poder es necesario entender qué es el poder. ¿Es sólo fuerza y coacción física? Si uno se atiene a la definición clásica del Weber sobre el Estado, el aparato represivo es solo una parte de esa dominación legal.

Estado: Comunidad humana dentro de un territorio con el monopolio de la violencia legítima.

La pregunta por la violencia legal es porqué la sociedad o la comunidad consideran legítima esa violencia. Esto lleva directamente a pensar en Maquiavelo y su concepción de la doble naturaleza del centauro.

¿Qué es un centauro? Los viejos poetas antiguos explicaron una teoría política en sus poesías. Los grandes guerreros, héroes, en su mayoría, fueron educados por Centauros. Estos seres tenían una doble naturaleza, era mitad hombres mitad animales. Esto significa que un príncipe debe actuar con las dos condiciones, fuerza y ley, es decir, violencia legitima. Inclusive, agrega Maquiavelo sarcásticamente que dentro de la animalidad hay que ser zorro y león; zorro para esquivar las trampas, y león para espantar a los lobos.

Toda esta cuestión metodológica-política Gramsci estaba presente el Maquiavelo.

“un príncipe necesita utilizar a la vez o intermitentemente de una naturaleza y de la otra, y que la una no duraría, si la otra no la acompañara.” Príncipe, cap XVIII

El que piensa usar una de las partes de la naturaleza de centauro a la vez, no debe dedicarse a la política. Aquel marxismo vulgar que propone sólo cambio de Estructura para cambiar la sociedad, no debería dedicarse a la política –según Maquiavelo- (de hecho, no hacen política sino que esperan las benditas condiciones objetivas que desencadenaría la revolución socialista.)

A la respuesta de Gramsci, “no conocemos Italia” hay que entenderla en este sentido Maquiavélico. No conocemos las tradiciones populares, sus creencias, sus capacidades que pueden garantizar un orden político burgués y represivo.

Para tomar el poder hay que saber qué es el Poder, dónde está el Poder y cómo funciona.

¿El poder es solo fuerza represiva? ¿El poder es solo consenso? El Poder es la conjunción dialéctica de Fuerza y Consenso. Seguramente Gramsci a releer el libro de los republicanos -así llamaba Rousseau al Príncipe- pensó inmediatamente en el concepto de hegemonía.

La pregunta sobre el poder es la pregunta sobre la Hegemonía. Si bien Marx en el Manifiesto propone una definición de Estado como consejo o junta administrativa de la clase burguesa:

"el Poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa” (Manifiesto Comunista).

Gramsci con el concepto de hegemonía da una definición más clara en el funcionamiento de ese Estado o consejo burgués, y la capacidad que tienen las clases dominantes, no sólo de mantener el dominio, sino de recrearlo.

El Estado es más que un Consejo Administrativo o un Gobierno, sino que es la relación dialéctica entre sociedad política y sociedad civil, la autoridad y la hegemonía, la fuerza y el consenso.

El Estado CAPITALISTA es la conjunción de sociedad política y sociedad civil. La hegemonía es la institucionalización del régimen a través de la creación constante de valores afines.

Es de un marxismo panglosiano creer que la fuerza reside solo el aspecto coercitivo. Si fuese así, contraponer a la fuerza una fuerza similar y esperar que la revolución socialista llegue inevitablemente. Esto en Gramsci no es así. Altamente influenciado por Maquiavelo, el Príncipe Moderno debe atender a esta cuestión de la doble naturaleza del centauro. Constituir una nueva hegemonía nacional popular para contraponer un nuevo poder sobre el núcleo hegemónico dominante. Lucha política entre dos concepciones políticas, hegemonía burguesa y hegemonía proletaria.

En Peronismo y Revolución del año 1966 hay una interesante definición de tipos de hegemonía. Cooke lo llama Núcleo Hegemónico

“Hemos venido refiriéndonos al “bloque” o a “clases” en plural para poner de relieve que la contradicción capital (burguesía) vs. trabajo (proletariado) es una simplificación, por cuanto no se trata de una dualidad. La lucha por el poder se da a través de ese antagonismo entre capital y trabajo, pero eso no es una traslación mecánica al plano político de la lucha de clases tal como se da en el nivel socio-económico, sino que se produce una polarización. Lo que llamamos clase dominante no constituye un solo grupo social sino una unidad contradictoria de varias clases y sectores de clase, que en el plano político, por mediación del Estado, se estructura como bloque de poder con cohesión y lógica propia. Generalmente, una clase o fracción actúa como núcleo hegemónico, es decir, como factor de la reunificación política, integrando sus propios intereses específicos con el interés general unitivo de las restantes clases y fracciones privilegiadas.” Peronismo y Revolución, pag 179

La lucha de clases en el plano político se expresa como antagonismo, enemistad. ¿Como se expresa la enemistad de los bandos en Gramsci? A través de una guerra de posición. Dentro de la lucha política, el partido debe proporcionar los intelectuales de la clase proletaria para desarrollar la guerra de posición.

Tipos de guerra:

Guerra de posición (asedio),

Guerra de movimiento y

Guerra subterránea.

Es interesante este concepto de intelectual y guerra de posición como penetración cultural, para la construcción de una nueva hegemonía a través de una guerra de posición.

Carl Schmitt en Teoría del partisano desarrolla su concepto a través de distintos autores, Clausewitz, Lenin, Mao, Raoul Salan. En Mao la enemistad es doble, una es, la hostilidad hacia el enemigo externo, el invasor colonial, Japón, y otra, la hostilidad interna, es decir, el régimen burgués capitalista. Dentro de la estrategia de la guerra en general, el partisano maoísta lleva una guerra de movilidad incrementada en el frente externo, pero a medida que avanza, lleva una guerra de posición interna con el enemigo de clase. Dice Mao:

“5.7. desarrollo máximo de la organizaciones del partido comunista, de manera que se pueda establecer una célula del cada aldea. "

Siguiendo con Carl Schmitt, el Partisano tiene cuatro características básicas:

-irregularidad,

-movilidad incrementada,

-intensidad del compromiso político

-carácter telúrico

El partisano puede ser campesino, trabajador, maestro venido en armas. Un soldado irregular, un partisano. El fuerte compromiso político deviene por el carácter telúrico, su fuerte sentimiento de pertenencia a un suelo nacional. La invasión de una fuerza extranjera genera la catarsis necesaria para convertir hombres comunes en guerrilleros temibles.

Gramsci expresa este carácter partisano:

Soy combatiente, vivo, siento ya en las conciencias viriles de mi bando el pulso de la actividad de la ciudad futura que mi bando está construyendo... Vivo, soy combatiente. Por esto odio a los que no combaten, odio a los indiferentes.

Algo parecido dice Evita en mi Mensaje:

Solamente los fanáticos -que son idealistas y son sectarios- no se entregan. Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. No pueden servirlo aunque quieran. (…)Los tibios, los indiferentes, las reservas mentales, los peronistas a medias, me dan asco.

Es interesante el concepto de catarsis en Gramsci, descubrimiento en Cooke y decisión en Carl Schmitt.

Gramsci, de la necesidad a la libertad, que es el paso de la economía a la política.

Cooke, el descubrimiento como autoconciencia y potencialidad revolucionaria de la clase oprimida, del pueblo peronista.

“Nosotros no nos integramos al peronismo, el peronismo no es un club o un partido burgués al que uno puede afiliarse, el peronismo es fundamentalmente una experiencia de nuestro pueblo y lo que nosotros hacemos ahora es descubrir que siempre habíamos estado integrados a ella, en el sentido que está integrado a la experiencia de su pueblo todo hombre que se identifica con los intereses de los más” Apuntes para a militancia, prologo de Ortega Peña y Eduardo Luís Duhalde.

[Pequeño apunte sobre Gramsci y Cooke de una exposición, mezclado con Evita, Schmitt y Mao.]

lunes, 3 de mayo de 2010

Elecciones en Bolivia




Hasta hace poco tiempo Alvaro García Linera -un exquisito intelectual devenido vicepresidente- decía que en Bolivia existía un “empate catastrófico” con dos proyectos antagónicos en pugna sin que ninguno lograra imponerse. Por un lado estaba el bloque dominante neoliberal y por el otro un proyecto popular e indígena. Después del fracaso de la oposición para destituir a Evo Morales por la vía de una consulta popular en agosto 2008 (donde fue ratificado con el 67 por ciento de los votos) y su reelección en diciembre de 2009 con un aplastante 53 por ciento, se destrabó el empate y surgió claramente un vencedor, Evo Morales. Los partidos de la derecha están fragmentados, desmovilizados y atomizados en un parlamento donde el gobierno tiene la mayoría absoluta. La oposición de derecha regional, que se presentaba como “la otra mitad” de Bolivia con su famosa “Media Luna” y amenazaba con la secesión, en las últimas elecciones del 4 de abril quedó reducida sólo a los departamentos de Santa Cruz y Tarija, dos regiones importantes, pero sólo dos de nueve.
Hoy el MAS se ha consolidado como la única fuerza política de todo el país con capacidad de movilizar tanto en las ciudades como en las regiones del campo más remotas. Sin embargo, en muchas ciudades donde había tenido un aplastante triunfo en diciembre, sus candidatos fueron derrotados y triunfó nada más que en tres de las diez ciudades más importantes. Por otra parte perdió en La Paz, la ciudad más poblada y la capital política del país, después de una complicada e inexplicable disputa con el Movimiento Sin Miedo, un aliado de izquierda a quien despreció en estos últimos tiempos.
Estas elecciones reflejan también la creciente preocupación de los ciudadanos por los problemas locales y que no alcanza un proyecto de cambio nacional, por más radical que sea, si los que deben ejecutarlo en el nivel más primario no cuentan con el apoyo popular allí donde viven. Es verdad que las leyes generales se aprueban en el Congreso, pero la participación popular en el día a día es lo que puede garantizar la continuidad de un proceso que ya no se basa en la crítica sino en la construcción. Por cinco años no habrá elecciones en Bolivia. Ahora es el tiempo de construir, y eso es todavía mucho más difícil que ganar elecciones