El gobierno nacional , a través de la gestión
del Secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, ha concertado un acuerdo
que en principio mantendrá durante dos meses los precios al consumidor, sin
variaciones.
Una vez producido el anuncio, aparecieron en
distintos medios críticas a la medida, al estilo “siempre los controles de
precios han fracasado”, “después del congelamiento vendrá una remarcación
salvaje”, “este tipo de medidas generan desabastecimiento”,“ahora se viene un
nuevo Rodrigazo”, etc.
En estas líneas intentaremos demostrar la
falacia implícita en esas críticas.
Para empezar debemos aclarar la diferencia
entre “acuerdo” y “control” de precios, llamarlo control de precios es
insidioso, pues en el caso que fracasara, la responsabilidad caería sobre quien
controla, es decir el gobierno, en cambio en un acuerdo intervienen distintos
actores, por lo que la responsabilidad es compartida. Veamos que dice al
respecto Claudio Boada, representante de Unión de Usuarios y Consumidores "Es
un acuerdo de precios y no es un congelamiento. Es una prórroga de modificar
los precios de la canasta por 60 días. Tiene a un pequeño sector que tiene una alta
rentabilidad que le permite hacer un acuerdo"...”La primera ventaja es que
cuando hay movimientos de precios se pierde el control de precios por parte del
consumidor, quien termina comprando mal porque no tiene noción del precio"
"Creo que es necesario y es la
forma, un gran acuerdo que se vaya ampliando. Esto es una puja
distributiva", expresó Boada
, y agregó que esperan que "el día 61 se prorrogue y siga esta
política".
Pedro Bussetti, titular de Defensa de
Usuarios y Consumidores ( DEUCO) opinó -"Estamos comparando los precios de
las grandes cadenas de supermercados (que hicieron el acuerdo) con los precios
mayoristas de los acuerdos. Hay diferencias entre el 10 y el 50%. Estos
sectores tienen un alto poder de negociación con las empresas productoras que
les permitirían vender al precio de hoy. Eso permitiría una reducción en los
precios que pagamos los consumidores finales".
La
Asociación de Supermercados Unidos (ASU)
salió a negar que haya faltantes de productos alimenticios en los comercios
de la Capital y el Gran Buenos Aires como consecuencia del congelamiento de
precios por dos meses. “Los
supermercadistas salieron así al cruce de las versiones periodísticas que
indicaban el faltante de productos alimenticios en las bocas de expendio”
RODRIGAZO
El fantasma del ministro
de Economía en tiempos que gobernaba Isabel Perón fue invocado recientemente
por el titular de la Unión Industrial Argentina, Ignacio de Mendiguren, para
intentar moderar los pedidos de aumento salarial en las próximas paritarias. El
ex ministro de economía Roberto Lavagna en papel de político opositor había
realizado declaraciones similares. Para analizar la veracidad de semejantes
afirmaciones, recordemos qué fue el mentado Rodrigazo.
El plan de Celestino
Rodrigo de junio de 1975 consistió en una megadevaluación y tarifazo realizado
con la excusa de que el retraso cambiario y tarifario era insostenible. La
brutal suba del dólar y de los servicios públicos provocaron un incremento del
costo de la vida, generando una inmediata reacción sindical que terminó en
fuertes incrementos salariales. El único resultado claro del plan fue
multiplicar por cinco las tasas de inflación sin cambios significativos en los
precios relativos. El hecho de que el autor intelectual de las medidas haya
sido Ricardo Zinn, posterior colaborador de Videla, y que el primero en acordar
los aumentos salariales haya sido el posterior ministro de Economía de la
dictadura, entonces presidente de Acindar, dan indicios de que el objetivo real
del Rodrigazo era generar una espiral inflacionaria que preparara el ambiente
para el golpe militar.
Lejos del déficit comercial de 1975, el
año que acaba de transcurrir cerró con un superávit comercial record de más de
12.000 millones de dólares. Las elevadas reservas internacionales de más de 44
mil millones de dólares que mantiene el Banco Central contrastan con el casi
virtual agotamiento de las mismas en tiempos de Isabel Perón, que llevó a una
frustrada gestión para obtener créditos del FMI.
Sin embargo, el recuerdo del Rodrigazo
debe servir para no hacerles caso a los frecuentes pedidos patronales (y de sus
economistas y políticos) de bruscos ajustes en el valor del dólar y las
tarifas.
Mientras tanto, el tratamiento de la
inflación requiere de acuerdos distributivos entre los distintos actores que
conforman el proceso productivo, comercial y financiero. Ello implica no sólo
discutir salarios, sino también ganancias y rentas.
Si tenemos en cuenta que en esta parte
del año se llevan a cabo las negociaciones paritarias entre el sector patronal
y los gremios, el acuerdo de precios permitirá efectivizar las mejoras
salariales que se desprendan de las mismas, y así beneficiar a los trabajadores
de nuestro país.
por Alejandro Maldonado