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viernes, 11 de enero de 2013

11 de Enero...de 2003. El Pentágono envía 62.000 soldados al Golfo Pérsico y el Reino Unido realiza el mayor despliegue naval desde las Malvinas para preparar la invasión de Irak




La invasión y ocupación estadounidense de Irák fue siempre una guerra por recursos energéticos. Más de un millón de iraquíes han sido asesinados, millones más han sido mutilados y traumatizados, ciudades e infraestructuras destruidas y decenas de miles de soldados estadounidenses han muerto o han sido heridos con el fin de lograr la dominación estadounidense de las amplias reservas petroleras de Irak como parte de sus más amplias ambiciones en el Oriente Medio y Asia Central.
Los EE.UU. fallaron en alcanzar sus objetivos regionales más amplios después de la primera Guerra del Golfo en 1990-91. El régimen de Hussein permaneció en el poder y a pesar de continuas sanciones por parte de las Naciones Unidas, el gobierno Iraquí firmaba contratos con compañías como el gigante petrolero francés Total y Lukoil. A partir de los finales de los noventa, Rusia y los poderes Europeos estaban presionando por el levantamiento de las sanciones para permitir a estas compañías llevarse los beneficios. La guerra se volvió el único medio de prevenir que los intereses corporativos estadounidenses sean excluidos.
Los conglomerados energéticos de los EE.UU. no fueron espectadores pasivos. Altos representantes de Exxon-Mobil, Chevron, Conoco-Phillips, BP America y Shell tomaron parte en charlas a comienzo del 2001 con el Comité de Trabajo sobre Energía encabezado por el Vice Presiente Dick Cheney. Un documento preparado para las discusiones incluía un mapa detallado de los yacimientos petrolíferos, terminales y oleoductos de Irak y una lista de compañías extranjeras que estaban preparándose invertir en el país. Un reporte de Mayo del 2001 por el Comité de Trabajo declaró rotundamente el objetivo de los EE.UU.: “El golfo será el centro de atención primario de la política energética internacional de los Estados Unidos”.
Los ataques terroristas del 11 de Setiembre fueron aprovechados para proveer un pretexto para la guerra. Las mentiras sobre las armas de destrucción masiva de Irak fueron mezcladas con otras mentiras sobre un vínculo iraquí con Al Qaeda. En el periodo anterior a la invasión, ejecutivos de la industria petrolera se encontraron repetidamente con los oficiales de la administración Bush. Como el Wall Street Journalcomentó el 16 de Enero del 2003: “Las compañías de petróleo estadounidenses están empezando a prepararse para el día en que ellas puedan tener la oportunidad de trabajar en uno de los países más abundantes en petróleo.”
Habiendo ahogado en sangre al pueblo iraquí, la oligarquía financiera y corporativa estadounidense ahora cree que el momento finalmente ha llegado. Mientras que las corporaciones estadounidenses no son las únicas beneficiarias de los contratos, no hay duda que sobre quién tiene la última palabra por el petróleo de Irak. Con enormes bases militares en el país y un régimen en Bagdad atado a Washington, los EE.UU. está posicionado para dictar términos a sus rivales Europeos y Asiáticos y, en medio de crecientes tensiones entre las grandes potencias, para ejercer la amenaza de recortar sus suministros de petróleo, un largo principio de la política estratégica estadounidense.

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